Venancio, es el nombre de mi padre biológico, el que jamás conocí. Lo supe de una charla con mi madre Leonila Santamaría, que gota a gota fue llenando el cazo de mi curiosidad hasta revelarme que tengo una tía llamada Irma quien junto a su esposo Julio concibieron a dos de mis (quizás mas) primos que en aquel tiempo parecían tener habilidades artísticas.
Mi familia paterna es de “San Pedro Sula”, con algunos integrantes en “La Flecha”. El negocio familiar era la fabricación y venta de utensilios de yeso, tales como alcancías, adornos, etc. La familia tenía una pequeña fabrica de tales utensilios, en “San Pedro Sula”, aunque mi padre desde ese entonces radicaba en “Tegucigalpa”, mas específicamente en la colonia “La Travesía” y solo iba periódicamente al norte a visitar a su familia y movilizar sus mercancías.
La historia de mi concepción es típica. Mi padre estaba separado de su mujer y estaba decidido a crear un nuevo hogar con mi madre, Leonila, pero cuando llevo a mi madre a Tegucigalpa su recién dejada esposa reacciono airadamente en contra de aquella mujer, según ella, usurpadora y de algún modo, quizá por el hijo que esta pareja ya tenía, logró reconciliarse con su esposo y mi madre quedo errante y desamparada ignorando el embrión que se desarrollaba en su vientre. En ese momento comenzó la otra historia…
Salió corriendo de aquel lugar, que un día pensó sería su nuevo hogar. Jamás volvió a contactar a aquel hombre, que ahora es solo una figura distante en el tiempo que tiende a desvanecerse con los años.
Ahora, en tiempo de angustia, surge la necesidad interior de atar cabos, de encontrar una esperanza, surge la necesidad de buscar en el futuro ...y en el pasado lo que nos hace falta, lo que el viento se llevó y no volvimos a encontrar mas que sus despojos.
¿Venancio, donde estas?
Problemática de la UNAH
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(Los que hayan tomado partido con algún radical no lean esto porque no
tengo tiempo de discutir con cabezas calientes)
Los estudiantes han actuado de forma...
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